Creo que paso un montón de tiempo haciéndome preguntas sobre el futuro porque es mi manera de lidiar con el hecho de que el presente está demasiado bravo.
No voy a hacer el recuento detallado de todas las plagas que nos afectan en tiempos recientes — que son esencialmente todas, desde pandemias, crisis económicas, colapsos democráticos, emergencia climática, guerra mundial, y en fin, tantas cosas más. Creo que eso ya lo tenemos bastante bien establecido.
El problema es que están pasando tantas cosas con tal gravedad y tal velocidad que la realidad ha terminado por neutralizar nuestra capacidad para tomar decisiones y hacer algo al respecto. Están pasando y cambiando tantas cosas al mismo tiempo que terminamos cayendo en la parálisis, que seguimos pensando en lo profundo de nuestros corazones que toda esta vertiginosidad debe ser una cuestión excepcional y que pronto, en algún futuro cercano, podremos volver a una cierta normalidad, a un cierto estado de cosas frente al que podemos reaccionar con un poco más de calma. Aún recuerdo con cierta nostalgia cuando, en los inicios de la pandemia, hablábamos con confianza de la “nueva normalidad”, ese estado de cosas que nos esperaba del otro lado del descalabro, cuando por fin las cosas se calmarían y podríamos ver con mayor claridad cómo se vería ese mundo nuevo.
Tres años después, seguimos esperando esa nueva normalidad. O más bien: esto es la nueva normalidad, esta condición de flujo constante, abrumador, que nos deja sin la capacidad de hacer sentido con suficiente velocidad y efectividad. Nos deja con una sensación profunda de confusión, angustia, cinismo — y para mí, en lo personal, una sensación profunda de ansiedad. Una ansiedad desde la que no podemos operar, que nos impide tomar acción y responder efectivamente.
Creo que Mutaciones nace de ese sentimiento de ansiedad — y si existe por una razón, es porque creemos en la importancia de transformar esa ansiedad en curiosidad sobre el futuro. Convertir esa incertidumbre en oportunidad, en pregunta, en ganas de explorar cosas nuevas y experimentar con nuevas ideas. Si le perdemos el miedo al futuro, quizás eso nos ayude a tener mejores conversaciones sobre el presente — a alinearnos respecto a la dirección hacia la que nos gustaría movernos en lugar de entramparnos respecto a la discusión sobre dónde estamos.
Hace un par de semanas, junto con la Escuela de Posgrado de UTEC hicimos un ejercicio que fue increíblemente energizante: reunimos a 30 extraños con diferentes puntos de vista durante toda la mañana de un sábado, y les pedimos que se imaginen qué les gustaría que pasara en el futuro. Los resultados del Future Mapping Workshop (FMW) superaron todas nuestras expectativas: porque esos 30 extraños se tomaron el ejercicio como algo sumamente personal, y aceptaron el reto de tener conversaciones difíciles, casi imposibles de imaginar en nuestro contexto actual.
Pero estuvo buenísimo.
De modo que hoy queremos compartir con ustedes el resultado de ese ejercicio: cómo lo hicimos, qué aprendimos, y qué pensamos hacer a continuación — porque nuestro sueño es convertir nuestras Sesiones de Mapeo de Futuros en una serie itinerante que empiece a viajar por las principales ciudades de América Latina, para construir pieza por pieza un gran mapa regional de expectativas sobre lo que queremos que pase en nuestra región en los próximos años.
Ya que teníamos que empezar por alguna parte, empezamos por casa.
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Cómo generar conversaciones sobre el futuro
Desde finales del año pasado empezamos a cocinar una pregunta: ¿cómo podemos aprender más sobre la manera cómo pensamos en el futuro a través de América Latina? Si bien es mucho lo que podemos aprender identificando tendencias y patrones y conversando con innovadores de todo tipo, eso nos dice mucho sobre lo que está pasando, pero no necesariamente sobre lo que quisiéramos que pase. Empezamos a pensar en un ejercicio de mapeo de futuros como un mecanismo para sacar a la luz esas expectativas y proyecciones que así nomás no salen en las conversaciones cotidianas.
A principios de este año compartimos la idea con el equipo de la Escuela de Posgrado de UTEC y a pesar de que aún estaba en un punto abstracto y con muchos vacíos, se apuntaron desde el principio para ayudarnos a hacerlo realidad: como institución académica traían el acceso de primera mano al universo de ciencia y tecnología que contribuirá a dar forma a ese futuro, y un ejercicio de diseño era una gran oportunidad para poner todo ese universo en el contexto de las expectativas y conductas de las personas.
Con ese respaldo, empezamos a diseñar el detalle de un ejercicio con un objetivo claro en mente: generar un espacio para tener buenas conversaciones. No se trataba ni de brindar información sobre tendencias ni de tomar decisiones específicas, sino de crear un foro donde los participantes puedan reaccionar a una serie de señales de cambio y formular un punto de vista compartido frente a fenómenos que casi seguramente no han podido detenerse a considerar en detalle.
Intencionalmente formamos grupos mezclados donde diferentes puntos de vista estuvieran representados: combinando perfiles jóvenes, creativos, académicos, empresariales, y sociales, para garantizar que las conversaciones tuvieran diferentes ejes de diversidad. Pero es importante también tener muy claro que este es un ejercicio situado, incompleto, y generativo: que inevitablemente siempre faltarán puntos de vista que podrían y deberían ser parte de la conversación, y que estamos haciendo focus groups sobre qué queremos del futuro. Es un ejercicio de diseño, para generar posibilidades, y mientras más lo repitamos y en combinaciones cada vez más diferentes, mejores serán las ideas que descubriremos.
Para eso diseñamos una serie de herramientas y un ejercicio de mapeo de futuros en tres tiempos — que queremos compartir con cualquier persona que quiera replicar por su cuenta el ejercicio.
El Mapa de Futuros
Para facilitar las conversaciones de nuestros grupos de trabajo diseñamos el Mapa de Futuros, una plantilla simple con preguntas guía estructuradas en tres tiempos.
- Señales: ¿Cuáles son las fuerzas que darán forma al futuro? En la primera parte los participantes conversan sobre qué tendencias de cambio consideran que tendrán mayor relevancia en los próximos diez años — a partir de las historias que les compartimos durante la sesión, y ayudándose con el Mutarot (descrito más abajo). El objetivo es que el grupo genere una suerte de “termómetro”, identificando las señales en las que todos están de acuerdo que serán importantes, aquellas donde existe una mayoría que piensa que serán relevantes, y aquellas donde al menos una persona piensa que tendríamos que prestarles atención.
- Impactos: ¿Qué nos imaginamos que se verá transformado? En la segunda parte desempacamos el impacto de estas señales a través de diferentes niveles de escala — la vida individual, la comunidad, la ciudad, y el país — buscando proyectar cómo veremos diferentes transformaciones resultantes. De esta manera podemos identificar cómo diferentes cambios sociales o tecnológicos pueden tener impactos muy diferentes a diferentes niveles.
- Respuesta: ¿Qué podemos/debemos hacer al respecto? La tercera parte del ejercicio invita a los participantes a pensar en diferentes maneras de anticipar estos impactos, identificando elementos que sea necesario adaptar, crear, o eliminar de nuestro presente. Esto puede incluir cadenas de valor, productos o servicios, políticas públicas, sistemas, conductas, o creencias.
El Mutarot
Junto con el Mapa de Futuros, trabajamos utilizando el Mutarot: una colección de tarjetas representando una serie de señales de transformación a través de la cultura, los negocios, y la tecnología. El objetivo del Mutarot es servir como una pieza de conversación: los participantes podían ir una por una y evaluar el nivel de interés del grupo en cada una de las señales, y manipularlas fácilmente en el Mapa del Futuro.
Entonces, en esencia, el Mutarot es un mazo de cartas que los grupos utilizan para hacer predicciones sobre el futuro.
Las señales representadas en el Mutarot son extraídas de las historias que hemos investigado y compartido en Mutaciones en los últimos meses. Para esta sesión, con el equipo de UTEC decidimos trabajar alrededor de tres grandes horizontes: la transformación digital interrumpida y la competencia global por talento digital; las realidades sintéticas, la inteligencia artificial y los algoritmos generativos; y el desafío climático y la necesidad de construir una nueva economía regenerativa.
Qué aprendimos sobre el futuro un sábado por la mañana
A partir de esas herramientas y señales, seis grupos dedicaron todo un sábado por la mañana a conversar sobre cómo podría verse el futuro y qué les gustaría ver que pasara. Y la verdad que la conversación estuvo buenísima, pero sobre todo y quizás más sorprendente es que fue muy catártica para todos.
Cuando preguntamos a los participantes al final que era lo más importante que se llevaban de la sesión, la reacción predominante tenía poco que ver con tecnología, y mucho más que ver con una sensación de alivio de haber podido tener la conversación. Suena evidente en retrospectiva, pero para todos los que no son parte del equipo de Mutaciones, tener conversaciones sobre el futuro es una cosa muy excepcional. No es el caso que estás tomándote una cerveza con tus amigos y de pronto alguien pregunta “¿alguien ha pensado en cuáles serán las implicancias a largo plazo de la inteligencia artificial?”.
Lo mismo con muchas de las señales que discutimos esa mañana. La posibilidad de hablar sobre el futuro es rara, y las condiciones para hacerlo no siempre son las óptimas sin tener el trabajo detrás de escoger las historias que alimentan y estructuran esa conversación. Por eso la mañana se sintió como un gran ejercicio de catarsis, de poder exteriorizar ideas que muchas personas quizás habían estado macerando durante mucho tiempo sin tener el foro en el que poder compartirlas.
Ese acto de compartirlas de manera colaborativa también se convierte en una sensación de empoderamiento: el futuro deja de hacer algo abstracto que pasa tangencialmente en las noticias, y se convierte en algo que hemos evaluado, procesado, y contextualizado. Deja de ser una fuerza incontrolable, y se convierte en algo a lo que podemos darle dirección, y esa dirección puede ser también una fuente de esperanza y optimismo — incluso, como señaló uno de los participantes, la semilla de “una nueva utopía”.
Cuando hemos hecho el análisis posterior de los mapas de futuros presentados por los seis grupos, hemos identificado una serie de aprendizaje transversales que están menos vinculados con las señales, y mucho más con sus consecuencias y posibles impactos — sobre todo a nivel social y psicológico. Hemos convertido toda esa información en un documento de Síntesis de Aprendizajes que nos parece relevante compartir con nuestra comunidad.
Los cuatro aprendizajes transversales más importantes que hemos identificado son los siguientes:
- El desafío más urgente es una mentalidad de adaptación. Toda esta crisis constante es la nueva normalidad. No estamos a la espera de que regresemos a un estado de tranquilidad cuando por fin podamos tomar decisiones sobre el futuro — tenemos que aprender a hacerlo sobre la marcha, adaptándonos a una sucesión interminable de cambios que solo seguirá poniéndose más rápida. Nuestros modelos mentales, sistemas sociales, y capacidades individuales no están preparados para tanta aceleración, pero mientras más pronto aceptemos esta condición, más pronto podremos empezar a entrenarnos para la adaptación.
- La educación requiere de una reimaginación radical. El punto hacia el cual todos los grupos volvieron una y otra vez fue la importancia y centralidad de la educación en la construcción del futuro — al punto que lo conversamos tanto, que ya ni siquiera quedaba claro a qué nos referíamos. Cuando hablamos de “educación” hablamos de una bolsa que contiene muchísimas cosas, todas las cuales necesitan ser reimaginadas, una por una. Pero en tiempos de transformación digital, inteligencia artificial, y emergencia climática, lo que queda completamente claro es que no podemos seguir formando y formándonos bajo los mismos principios y conceptos de los últimos 100, 50, o incluso 20 años.
- Necesitamos reconstruir un sentido de lo público. Otra preocupación que apareció recurrentemente fue la preocupación por lo público en sus múltiples formas: en términos de política pública y gobierno, en términos de diseño y despliegue de espacios públicos en nuestros entornos urbanos, y también en términos de un sentido de lo público y de lo compartido. Frente a tecnologías que se presentan como inevitables e inmanejables, la única respuesta social posible tiene que venir desde lo público. Frente a desafíos de envergadura mayor a cualquier cosa que hayamos conocido, solo la acción colectiva tiene alguna posibilidad de ser una respuesta efectiva.
- El bienestar individual es una construcción colectiva. A todos los que participamos de la conversación nos quedó claro que toda esta transformación — y toda esta ansiedad — nos está causando estragos emocionales muy profundos. No hemos siquiera terminado de sanar las heridas de la pandemia y ya tenemos que estar listos para la siguiente gran crisis de la especie, y la verdad es que estamos hartos, cansados, e inmovilizados. Tenemos que pensar en la salud mental y en el bienestar como problemas de interés colectivo, como un principio de diseño que atender a través de todos nuestros sistemas, servicios, y espacios.
Qué sucede a continuación
Nuestra sesión de mapeo de futuros terminó siendo divertidísima, interesantísima, y además increíblemente energizante — sobre todo porque los participantes realmente se comprometieron con el ejercicio y soltaron muy buenas reflexiones a lo largo de toda la mañana. Creo que para todos fue sorprendente lo catártico que se sintió y el sentimiento de comunidad que se logró generar entre un grupo de extraños un sábado por la mañana, cuando todos podríamos haber estado en nuestras camas viendo Netflix.
Así que corresponde un triple agradecimiento: a los participantes que nos regalaron su tiempo y sus ideas para tener conversaciones increíbles; al equipo de UTEC que nos dio la oportunidad y el contexto para desarrollar este concepto; y al equipo de Mutaciones que diseñó y desplegó toda esta experiencia en tiempo récord. A todos ustedes: gracias, totales.
Pero también sabemos que esto no puede quedar aquí: porque nos lo dijeron nuestros participantes, porque muchas personas nos han escrito antes, durante y después diciendo que quisieran participar, y porque ha sido demasiado divertido como para dejarlo ahí. Como dije al principio, nuestro sueño es convertir esto en un ejercicio itinerante y llevarlo por las principales ciudades de América Latina — para lo cual estamos buscando un aliado regional que nos ayude a replicar el formato para seguir construyendo nuestro mapa del futuro latinoamericano. Si eres (o sabes quién podría ser) ese aliado regional, nos encantaría invitarte un café.
Mientras tanto, hemos querido compartir estos aprendizajes y herramientas porque nos encantaría que cualquier persona pueda replicar este ejercicio con su propia comunidad u organización. Creemos que mientras más perspectivas podamos desarrollar, tanto más sólidas serán las ideas que puedan surgir. Si lo hacen, solo pedimos que nos otorguen el crédito correspondiente para que más personas conozcan el trabajo que estamos haciendo en Mutaciones, y que nos compartan los resultados para poder incluirlos en nuestro mapa regional.
Finalmente, si fuiste parte de esta primera versión del taller, nos encantaría que compartas tu experiencia y tus propios aprendizajes — algunas personas ya lo han estado haciendo en Instagram y LinkedIn etiquetándonos en el resultado, y no solo nos saca una lagrimita sino que nos ayuda muchísimo a seguir mejorando nuestras herramientas y amplificando el alcance que estos formatos pueden tener.
Gracias a todos los que participaron, a todos los que postularon, y a todos los que apoyaron en la organización — por ayudarnos a hacer que el futuro sea un poco menos intimidante, y un poco más tierno y abrazable (como nuestros mutitos).
Gracias a la acogida que han tenido nuestras publicaciones sobre Algoritmos Generativos, nos animamos a lanzar nuestra primera Masterclass: ChatGPT 101.
En este Masterclass te explicaremos cómo funciona esta herramienta y a través de una serie de casos te mostraremos qué puedes lograr con ChatGPT (y lo que no) para que puedas incorporarlo a la forma en la que trabajas y a tu organización.